El fuerte impacto ante el
diagnóstico de una enfermedad grave o crónica muchas veces puede ser
desestabilizante para la persona y su familia. Cuando el médico da el diagnóstico
a su paciente, este experimenta sensaciones de mucha angustia, desesperanza y desconsuelo.
Las personas lo relatan cómo situaciones de conmoción y mucho estrés. Saben que
algo en su vida cambió, es la de pérdida de la buena salud, ahora tendrá que
afrontar una serie de modificaciones en su cotidianeidad y posiblemente en la
de todo su grupo familiar.
Cuando logre reponerse de ese primer golpe del
diagnóstico que lo deja muchas veces en estado de shock, la persona podrá
comenzar a atravesar un proceso necesario de duelo. En este proceso tanto el
paciente como su familia podrán experimentar emociones muy variadas de enojo,
bronca, ansiedad y miedo entre otras. Aparece la incertidumbre por el futuro de
la familia, posible pérdida de trabajo, el temor a la disminución de la
autonomía. El objetivo de este proceso de duelo es la aceptación de la nueva
condición de salud para que tanto el paciente como su familia estén en mejores
condiciones de afrontar los cambios y poder tomar decisiones. Ya que hablar de
enfermedades crónicas o graves es hablar de cambios y de nuevas adaptaciones
tanto a los tratamientos médicos como a cambios de hábitos de la vida diaria
(alimentación, horarios, turnos médicos, etc)
El apoyo emocional en este proceso brinda
herramientas a todo el grupo familiar. Estas herramientas ayudan tanto a
disminuir el sufrimiento psíquico como a reforzar la adherencia al tratamiento
médico. Debemos saber que no podemos descuidar la salud mental si queremos
lograr un mejor bienestar general.
Lic. Mónica Alimusi
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